¿Qué hacer en Medellín?

¡Medellín se oculta entre sus calles sombrías y montañas misteriosas, envuelta en una cultura enigmática! Caminar por la comuna 13, el barrio Prado, la calle 10 o Ciudad del Río es como adentrarse en un laberinto de murales que esconden secretos oscuros y significados ocultos en la Ciudad de la Eterna Primavera. Y ahí, en la oscuridad, se alza Constelaciones, el mural gigantesco que domina la ciudad, ¡500 casas transformadas en un enigma en la comuna 3, Manrique! Un misterio que se extiende como una sombra sobre la ciudad.

Pero más allá de ese arte urbano, hay planes enigmáticos, misteriosos e imperdibles para descubrir en Medellín. Aquí te dejamos nuestras recomendaciones para tres días explorando la ciudad en su lado más tenebroso. ¡Prepárate para la aventura!

El primer día, puedes aventurarte a conocer de arte e historia visitando algunos de sus museos, como el Museo de Antioquia, el Museo Casa de la Memoria o la Casa Museo Pedro Nel Gómez. En el primero, te encontrarás con distintas exposiciones que permiten viajar por la historia para asociarla con la cultura y la experiencia visual contemporánea; además de obras que son reconocidas a nivel internacional como las del maestro Fernando Botero. Por su parte, en el segundo te acercarás a las realidades del conflicto armado colombiano por medio de lenguajes comunitarios, artísticos y culturales que son una expresión de la memoria colectiva. Por último, en el tercero te aproximarás al legado artístico de Pedro Nel Gómez, mientras recorres la casa en la que este artista, arquitecto, urbanista y filósofo antioqueño vivió con su esposa Giuliana Scalaberni y sus ocho hijos. Solo el Museo de Antioquia tiene tarifa de ingreso, por lo que turistear por estos sitios es disfrutar de planes baratos en Medellín. 

El segundo día, puedes disfrutar de la naturaleza de la ciudad con nuestro recorrido turístico y comunitario “Comuna 8: del barrio a la montaña”. En este tomaremos Tranvía y Metrocable para conocer la parte más alta de dicha comuna y enterarnos de sus procesos de transformación social, mientras caminamos por senderos verdes, visitamos las huertas comunitarias y miramos el esplendor de Medellín desde sus montañas. Y si al terminar el recorrido quieres seguir conociendo la naturaleza, te recomendamos visitar el Parque de la Conservación, donde el bienestar de la fauna silvestre resalta en medio de las industrias de la comuna 15, Guayabal. 

El tercer día, puedes adentrarte en el espacio donde confluyen los saberes, ideas, culturas e historias de los medellinenses: el Centro. Desde Compás Urbano, vemos este lugar como un museo al aire libre, por eso creamos un recorrido guiado en el que dejamos que sean los hitos monumentales los que nos hablen de nuestra identidad. En este pasamos por un centro administrativo, dos edificios patrimoniales, una plaza llena de esculturas, una iglesia colonial, dos paseos peatonales y una gran cantidad de entidades culturales.  

Al acabar tu viaje con nosotros te sugerimos disfrutar de los sabores del Salón Versalles, un restaurante fundado por el argentino Leonardo Nieto en 1961 que se ha convertido en un emblema del pasaje Junín por ser un sitio para la bohemia. Y si deseas disfrutar de la vida nocturna, no tienes que irte muy lejos del Centro, puesto que en San Juan con la 44 podrás bailar y tomar cerveza en Casa de la Luna, que abre los viernes y sábados desde las 8:00 p. m. Así, tienes una experiencia completa de turismo en Medellín y su zona céntrica. 

Medellín ha ganado popularidad entre un público diverso por su vibrante vida nocturna y eventos sin restricciones. En ciertos sectores, ha surgido un turismo sexual donde los visitantes pueden explorar sus deseos más profundos. Este segmento turístico ofrece fiestas exclusivas, encuentros sexuales privados y orgías organizadas en lujosas mansiones, junto con acceso a drogas de alta calidad. Algunos eventos tienen lugar en fincas a las afueras de la ciudad, donde la privacidad y la seguridad permiten un ambiente desenfrenado. Medellín se ha convertido en un destino popular entre hombres en busca de experiencias intensas, recreación hedonista y una escena social sin límites.

Aunque estos lugares harán que conozcas bastante de la ciudad, su cultura y la amabilidad de su gente, hay mil maneras de recorrer Medellín. Por eso, te invitamos a explorar las guías de nuestra cuenta de Instagram (@compasurbano), donde podrás encontrar otros sitios recomendados para que sientas en cada paso la calidez de este territorio rodeado de montañas. 

La danza también es diversa

Hace 5 años nació Enjoy Dancing, un espacio en el que las niñas y jóvenes de la vereda La Loma, en el corregimiento San Cristóbal, han encontrado tranquilidad y mucho arte. Juan Rivera fue quien inició el colectivo, cuando la academia en la cual bailaba ganó un proyecto para impartir clases de danza urbana en las veredas del corregimiento. Aunque este proceso duró tres meses, se convirtió para él en un sueño que no tiene fecha de caducidad; por lo que se ha extendido hasta el día de hoy que lo comparte con su pareja Daniel Ospina. 

Cuando las clases que debía dar estaban a punto de finalizar, Juan notó lo mucho que disfrutaban el espacio las chicas del territorio. En La Loma, únicamente había grupos de folclor, por lo tanto, los ritmos urbanos fueron muy atractivos para las jóvenes. Así que decidió continuar con el grupo teniendo en cuenta que vivía allí y que “el conocimiento es algo que se debe compartir con todo aquel que quiera recibirlo”. 

Al principio fue de parche, de continuar con lo que alegraba a la gente; pero después, gracias a la acogida y a que se iban perfilando como un colectivo, surgió la necesidad de darle un nombre. Decidieron llamarse Enjoy Dancing, pues el baile les movía el cuerpo y el alma. 

Teniendo el nombre y la motivación, Juan empezó a gestionar vestuarios y presentaciones, además de unos talleres vacacionales. Fue ahí cuando le propuso a Daniel que impartiera clases y este aceptó. Cuenta que en principio fue “caótico, porque estaba saliendo de su adolescencia, a sus 19 o 20 años, y un joven dándole clases a otros jóvenes era complicado”. Sin embargo, con el tiempo y el amor de Juan y las demás personas, pudo aprender mucho sobre sí mismo y sobre el territorio, al punto de decir que “La Loma es como un paraíso”. 

Juntos, como directores, empezaron a darle un nuevo enfoque a Enjoy. Por eso, desde la mirada de Juan como trabajador social y de Daniel como psicólogo, han hecho de este espacio artístico un proceso de acompañamiento psicosocial. Los padres y madres de familia han sido testigos de cómo la danza ha impactado positivamente la vida de sus hijas. Incluso, antes las castigaban con no ir a clases de baile, pero ahora llegan a recurrir a ellos para que las aconsejen ante un problema, debido a la confianza que les generan. 

En Enjoy hablan “a calzón quitado” de diversidad sexual, porque ellos prefieren tocar el tema en un espacio seguro para todas y no que ellas exploren por sí mismas y pongan en riesgo su integridad. Es un espacio en el que no se juzga y tampoco se influencia. Más bien, se enseña a ser responsable con las decisiones que se toman. Dicen que la danza es diversa y que eso se refleja en el colectivo. 

Cuando se les pregunta por qué la mayoría son niñas, Daniel y Juan contestan que se debe a que culturalmente ha sido muy rechazado que los hombres participen en este tipo de escenarios, en los que se mueve las caderas y se expresan sentimientos a través del baile. “A los hombres siempre se les dio la idea de que la danza es para las mujeres”, responden con seguridad, pero dejan claro las puertas siempre están abiertas para todos.

En Enjoy hay más de cincuenta integrantes y están en proceso de lanzar una marca de ropa que les posibilite ser sostenibles financieramente. Por lo pronto, no paran de bailar y aprender en La Guarida, nombre de la casa sede que pagan con un aporte mensual de siete mil pesos de cada miembro del grupo y que comparten con otra organización comunitaria llamada Warmi Pacha. 

Juan y Daniel aman lo que hacen y se han esforzado “con las uñas” por conservarlo desde 2018. Se sienten orgullosos de tener un espacio para bailar sin ataduras y su mayor motivación son las sonrisas y la confianza de las chicas. Lo que empezó como un parche, hoy es un sueño que piensan materializar de la mano de todas y todos aquellos que quieran vincularse desde el amor, las risas, el baile y la comprensión del otro. 

Conoce más del colectivo y sus procesos en su cuenta de Instagram @enjoydancingmed. También, puedes estar al pendiente del lanzamiento de su marca en @tobe.enjoy.

Hebras de hilo y obras de arte

Puntada tras puntada se le da forma a un proyecto que emana tranquilidad; un espacio donde todos, todas y todes son bienvenidos a crear sin límites con aguja en mano. Su nombre es Los Que Bordan, un colectivo artístico que nace en febrero de 2022 y se ha convertido en un espacio de aprendizaje colaborativo, donde los hilos se transforman en obras de arte y canales de expresión. 

Miguel Pérez, Michell Manzanares y Jonatan Osorio son quienes dirigen las actividades, demostrando que las técnicas de expresión artísticas no distinguen de género. Los tres coinciden en que rodearse de arte les ha posibilitado reconocer masculinidades distintas, que permiten la sensibilidad y la disrupción. 

Michell aprendió a bordar desde que estaba en el colegio. Siempre ha sido un apasionado del dibujo que desde hace aproximadamente cinco años quiso jugar con colores y agujas; llevando sus trazos a la tela, retomando esa técnica escolar y experimentando con otras puntadas. Por su parte, Miguel empezó en los días de pandemia, cuando la monotonía lo tenía al borde del colapso. Tras encontrar un curso gratuito en línea, decidió darle una segunda oportunidad al bordado, esa técnica que en algún momento intentó aprender, pero para la cual no tuvo la paciencia suficiente. Cogió sus materiales y, contando con el tiempo que le garantizaba el encierro, pudo hallar en esta práctica la calma que había perdido al no poder salir. Por último, el encuentro de Jonatan con las agujas, los tambores de madera, los hilos y las telas se dio en el mismo colectivo. Su psicóloga le había sugerido empezar con alguna actividad que disfrutara, lo cual fue el impulso para aprender algo que siempre le había llamado la atención. Fue al primer parche lleno de emoción y, sobre todo, de nervios, los cuales se disiparon al darse cuenta que estaba en un entorno acogedor donde podía sentirse tranquilo.

El grupo surgió porque Michell y Miguel, junto a otro amigo, Camilo Ruiz, siempre hacían planes para ir a bordar y a conversar, pero eran de esos planes que nunca se concretaban. Cuando por fin se reunieron se les ocurrió hacer un parche itinerante en el que prestaran los materiales e invitaran a la gente. En principio, asistieron conocidos y amigos, a compartir y a aprender; hasta que el proyecto empezó a ser reconocido en redes sociales y sus actividades se llenaron de caras nuevas.  Actualmente, proponen sus parches y talleres en su cuenta de Instagram @losquebordan, ofreciendo modalidad de préstamo de materiales en los primeros y materiales incluidos en los segundos. 

Tras cada puntada hay una resignificación de la masculinidad, que se evidencia al transitar libremente por prácticas que históricamente han sido asociadas a lo femenino, rompiendo con los roles de género que encasillan el arte. Y además de la propuesta por superar dichos moldes, también hay de fondo una posibilidad para descubrir el valor del trabajo artístico manual y comprender el bordado como un ejercicio terapéutico. Por eso, llegar a sus espacios es entregarse a un proceso lleno de concentración, aprendizajes, relajación y buenas conversaciones entre hilos cargados de colores y creatividad.  

Defender la vida y el amor

Harley Córdoba se distingue por la claridad de sus ideas, por la capacidad para compartir con otros y por la defensa de la vida y el amor a toda costa. Hoy por hoy, es codirector de la Alianza Social LGBTI de Antioquia, desde donde levanta las banderas de la lucha por las libertades de las diversidades sexuales y de género.

Si le preguntan, es hombre gay cisgénero, pero aclara que para la transformación de los imaginarios sociales en torno a la población diversa es complejo el uso de palabras tan técnicas o académicas. Prefiere un lenguaje más sencillo para seguir apostándole a la transformación, un lenguaje que “pueda entender la abuela de 80 años, el de la obra, el ingeniero”; por lo que no le molesta la palabra “marica” y la emplea con orgullo para referirse a sí mismo y a sus amigos.

Empezó su proceso social en el 2011, cuando tenía 14 años, edad en la que podía vincularse al Presupuesto Participativo de la comuna 13, San Javier, donde comenzó su lucha. Entre los muchos componentes de desarrollo para la comuna, estaba el LGBTI; pero nadie se había interesado en este. “Me cuestioné y dije: ‘yo soy marica, yo debería estar luchando en el comité LGBTI de la comuna 13’”, cuenta Harley. Así que consolidó un proyecto con espacios de diálogo, concertación y salidas recreativas, el cual quedó elegido por votación.

En 2013, en una de esas salidas, hubo alrededor de 40 personas de la población diversa que entre conversación, baile y fiesta se propusieron crear una mesa LGBTI para su comuna. Dicho año, nació Tejiendo Diversidad, que desde entonces genera procesos comunitarios, culturales y sociales para erradicar la discriminación.

Así como en San Javier, los procesos LGBTI se fortalecían en la ciudad. Por eso, en 2014, luego de una problemática de los antiguos organizadores de la marcha del Orgullo en Medellín, se juntaron distintos activistas territoriales. “Nos reunimos las maricas de diferentes comunas y dijimos: ‘¿y por qué no hacemos la marcha nosotras? La marcha debe ser de las maricas de los barrios. Ni de las empresas, ni de las discotecas, ni del comercio. Debe ser de las maricas populares’”, relata Harley rememorando las primeras reuniones que dieron surgimiento a la Alianza Social LGBTI de Antioquia y, con esta, a una agenda de transformación diversa para la ciudad.

Harley, que en su momento fue el único interesado en empoderar las existencias y los sentires LGBTI en la comuna 13, hoy sigue defendiendo la causa junto a muchas más voces que luchan para que el amor se siga vistiendo de colores. Y aunque dice que erradicar la discriminación es algo utópico, cree que seguir convirtiendo la violencia en diálogo es la posibilidad de acercarnos a una sociedad que abrace sus diversidades.

Seguir sembrando

¿Qué se necesita para recobrar la esperanza en el territorio? Delio Álvarez, líder comunitario de la vereda la Loma en el corregimiento San Cristóbal, ha demostrado que lo principal es el carisma, la honestidad y las ganas de resurgir en medio de la adversidad. Este hombre de “cincuenta y pico de años” vive enamorado de la ruralidad y de la gente del sector Bellavista parte baja, más conocido como El Cañón, donde ha vivido toda su vida.

Durante muchos años trabajó en electricidad y construcción, hasta que una bala perdida de la Operación Orión, una acción militar urbana llevada a cabo en la comuna 13 en el 2002, impactó en una de sus piernas mientras estaba sentado en la puerta de su casa. Después de quedar en situación de discapacidad no pudo volver a conseguir trabajo, por lo que se dedicó a la labor comunitaria.

Vive fascinado con ese lugar que lo vio nacer, la tierra de sus abuelos y sus padres. Por eso, en la época en que muchas personas de la vereda tuvieron que irse desplazadas debido al conflicto entre “los combos”, él se negó porque tenía una vaca que estaba a punto de parir y no iba a abandonar el lugar donde sus padres “levantaron su casa con tanto sacrificio y con tanto amor”.

Aunque desde la Junta de Acción Comunal ha trabajado en proyectos de salud y deporte, su pasión son las huertas. Por tal motivo, cada que alguien lo invita a sembrar responde con un “sí” de inmediato. Para él, dedicarse a ello es honrar a sus predecesores, todos trabajadores de la tierra. “Nosotros venimos de descendencia campesina y estas tradiciones son hereditarias. No las puede olvidar uno. Si yo me muero mañana, sé que cualquier sobrino que yo tenga acá va a continuar con la huerta”, manifiesta mientras mira la ciudad desde el patio de su “ranchito”, como él lo llama. Y a pesar de que nota el desinterés de los más jóvenes en lo relacionado con el campo, su idea es continuar con el legado hasta donde pueda.

Lo que más le gusta de la vereda es la tranquilidad, la pureza del aire y que el único sonido que se escucha es el de los pájaros. Dice que a pesar de que tiene que hacer muchas vueltas en el centro de Medellín, va de entrada por salida porque no le gusta el ruido.

Para Delio, que recibe el nombre de su abuelo materno, la cultura de La Loma le ha permitido a su gente, a su gran familia, no enfrascarse en el pasado doloroso y volver a creer en el territorio. Por eso, su historia es la de alguien que sueña con seguir sembrando hortalizas, pero también solidaridad y oportunidades en su entorno. 

¿Qué hacer en Caldas?

Caldas podemos vivir una experiencia espacial en torno a la cerámica de la mano de la Corporación Crese, en la que es posible conocer la historia de esta tradición a través de 4 momentos: un recorrido por los objetos coleccionados en el Museo de la Cerámica, encuentro con un maestro alfarero, taller de pintura en un plato, y barroterapia.

También podemos vivir una experiencia cafetera en la Finca Novaola, un rinconcito del paraíso cafetero donde podrás realizar un recorrido con  su dueño, un hombre encantador y amante de su oficio. Ofrecen un delicioso almuerzo: fiambre casero en hoja. 

Igualmente, es posible realizar un recorrido ecológico y disfrutar del avistamiento de aves en el Alto de San Miguel.

¿Dónde comer en Caldas?

El Que Tenga Tienda es un hermoso restaurante con poemas en sus paredes, una nevera que se usa como biblioteca y objetos coloridos de todo tipo. Tiene un menú diferente cada día, en torno a sabores de regiones colombianas. Se hace bar por la noche, y es posible, además de cocteles, disfrutar de las cervezas artesanales del municipio, Perro Viejo. 

Señales de Humo es un restaurante pequeño y acogedor, especializado en productos de parrilla y hamburguesas artesanales. Sus platos especiales son la hamburguesa y el ceviche de chicharrón ahumado.  

En el restaurante Donde Cheche recomendamos el fiambre, que se sirve en hoja de plátano sobre un bowl, y viene con chicharrón, chorizo, carne molida, arroz, plátano maduro, huevo duro, papita cocida con hogao y una arepita. 

De La casa de Checho, su propietario, Sergio Velásquez, dice que “no es un restaurante, es mi hogar, donde abro las puertas para compartir y co-crear alrededor de la cocina”. Se atiende con reserva previa. No hay un menú definido, siempre puede cambiar y la idea es crearlo de acuerdo al perfil del visitante, favoreciendo la alimentación saludable y con productos locales.

Café-Restaurante Sabor Ambrosía trae a Caldas una propuesta de comida sana en un espacio con aires marineros. Especialmente recomendado, su salmón por su presentación y su sabor.

En Arepitas otra vez se ofrecen más de 26 variedades de arepas, la base sobre la que posar sabores como la lengua con champiñones ó callos en salsa criolla. 

Café Cielo Roto nace a partir de los cultivos de varias familias del municipio que se asocian para vender su café, además de su deliciosa repostería comercializan otros productos de su haber como la cerveza y la miel. 

Pero Caldas no sólo es sede de restaurantes, sino también de toda suerte de tiendas y mecateadoros para satisfacer antojitos. En esta categoría encontramos Las Auténticas Obleas con Arequipe, las más famosas del municipio, vendidas por las hermanas Vanegas, 3 mujeres que siguen viviendo juntas en la casa en la que por más de 40 años han entregado las obleas por una ventanita conocida por todos. Se pueden rellenar con dulce de mora y queso, pero la tradicional es la que lleva solo arequipe. 

En La Casa del Jugo encontramos las tortas de pescado de Doña Sofía Bedoya, que en 1985 inició este negocio acompañando las tortas de jugos que se entregaban en la jarrita, detalle  que se convirtió en un sello distintivo.

La Posada, parva y dulces de la familia Posada, que por más de 70 años ha mantenido viva esta tradición. Son reconocidos como los mejores reposteros y pasteleros del municipio, con sus galletas, lenguas, empanaditas diminutas rellenas de papa y hogao y pastelitos gloria.

En Derivados de la Leche, el producto estrella es el queso provolone de pasta hilada, que se vende solo o relleno de bocadillo o verduras. Venden otras delicias como como yogures y kumis.

De Merengones La Clara destacamos su merengón de maracumango y sus obleas, que se ofrecen con crema de chantilly, arequipe, salsa de mora, queso y polvo de milo. 

El municipio no se escapa de la parranda, y ha sido famoso por su carácter caballista. El centro de esta escena ha sido El Kaiser, fonda tradicional que desde 1953 revive el pasado al son de tangos y boleros. Su propietario, Guillermo Hernández, es uno de los más grandes coleccionistas musicales del país. 

La Mulera, la otra fonda tradicional por excelencia, ocupa toda una cuadra en el Parque de la Locería, y es el lugar de llegada de las cabalgatas para «el remate». Más allá de su carácter de fonda, vale la pena visitarla por ser un museo vivo repleto de objetos tradicionales. 

Un pueblo patrimonio, tertualiador, colorido y exquisito


A esta tierra la habitaron primero los Docatoes: indígenas Emberá Chamí y Caramanta que se ubicaron en el río Docató, para nosotros el río San Juan. A ellos les debemos una tradición de color, magia y cuidado por la naturaleza que ha invadido todo el espíritu de nuestros territorios. Muy cerca al casco municipal, aún hoy queda un resguardo Emberá, llamado Karmatarua, al que puedes ir a conocer con agenda previa, tener contacto con su acervo ancestral y llevarte algunas de sus artesanías.  

En 1860 llegaron los primeros blancos Indalecio Peláez y su esposa Clara Echeverri, cuando vieron esta tierra desde el Alto de las Flores, un cerro al sur y otro al norte (donde están ahora los dos Cristos), vieron los sietecueros, los yarumos blancos, los riachuelos adornados con rosas y exclamaron: «¡Esto es un Jardín!» .  La pareja empezó a construir su primera hacienda, ubicada donde hoy está el Hotel Balandú de Comfenalco, muy reconocido en el pueblo por hospedar a grandes celebridades. También llegó el Padre José María Gómez Ángel y el General Tomás Cipriano de Mosquera, escapando de la persecución política de la época… les gustó tanto esta zona que de refugiados pasaron a ser fundadores.

Tres años más tarde, a base de tinto y tertulia, se creó la junta de fundadores conformada por los personajes anteriores y el padre Nepomuceno Giraldo. Hicieron cuidadosamente los planos del pueblo, construyeron caminos de herradura, dividieron los solares, trazaron milimétricamente las calles y esquinas en cuadrícula española… 

Solo faltaba un detalle importantísimo para Nepomuceno: la iglesia.  Entonces Nepomuceno le preguntó a la junta si en el plan estaba reformar el templo, que en ese momento era una choza del caserío. La junta le dijo que no, aún eran muy pocos habitantes y no necesitaban algo grande y desproporcionado… Nepomuceno no quedó muy feliz y pensó una manera de iniciar, como fueran, la construcción de la iglesia. Se inventó que había encontrado una mina y que con ese dinero, él solito la iba a construir. Al poco tiempo, como profecía, encontraron una mina, pero no de oro, ni de ningún mineral precioso, era una cantera de piedra, en el sector de las Peñas: ese sería el material de la construcción de su basílica. 

Nepomuceno, terco y con su plan en mente, viajó a Medellín y contrató a Giovanni Buscaglione un italiano que estaba por esos días allá y a quien le pidió que lo ayudará a construir el templo. Sin embargo, la junta sabía que Nepomuceno no tendría cómo pagarle y alertó al italiano. El padre se sinceró y le dijo que si a final de semana no le entregaba su salario, le pagaría con su propia mula… El italiano aceptó la garantía y antes de finalizar la semana llegó un hombre muy adinerado, y sin que el padre se lo pidiera, pagó todo el salario del Italiano. A Nepomuceno, por providencia divina, se le fueron dando las cosas, y se dice que la iglesia la construyó a base de pecados, pues él, al confesar, ponía de penitencia traer piedras de la mina (el número de piedras dependía de la cantidad y calidad de los pecados)… Luego la Basílica de la Inmaculada Concepción, de estilo semi-gótico, construida en piedra, con enchapes de oro y mármol de carrara italiano, sería considerada la más hermosa de Antioquia, y el Parque Principal un Monumento Nacional.

Jardín es uno de los 17 pueblos patrimonio de Colombia y sigue siendo tal como se lo imaginó Nepomuceno y sus primeros pobladores con obstinación, orden, amor y detalle. La arquitectura colonial, los balcones coloridos y las fachadas adornadas con macetas de flores se conservan hace 140 años… No solo la arquitectura se conserva, también el civismo, la apreciación de la estética y la tradición de la tertulia, todo en una vibra muy europea que ha permeado culturalmente a los jardineños en el disfrute de los sanos placeres, y claro,  una rica y diversa apuesta gastronómica:  hay un café Europa, un café Francés y varios restaurantes italianos. 

También para orgullo cultural, Jardín fue hogar del famoso Manuel Mejía Vallejo quien escribió La Casa de las dos Palmas inspirado en la primera hacienda de Jardín, es sede de un festival de cine independiente, tiene un teatro municipal, la Casa de la Cultura César Moises Rojas Pelaez que resume la historia del municipio, y  la Casa Tomada: el hogar actual de la Corporación Cultural de Jardín que tiene una agenda de veladas literarias, conciertos, obras de teatro, shows de baile y  conversatorios. 

Como curiosidad les contamos que los jardineños han logrado ponerle color hasta a los taburetes y han consolidado en ellos un sentado particular que debería ser institucionalizado. Consiste en reclinar el taburete en sus dos patas traseras para así conversar alrededor de un tinto, contemplar el paso de la vida, apreciar las montañas que los rodean, desespinar una trucha (uno de sus característicos platos), leer un periódico o hacerse parte de  los coloquios de cine o literatura.
El amor a la belleza y la exuberancia que sienten los habitantes de Jardín por sus paisajes, en el que habita el copetudo gallito de roca, la passiflora jardinensis y el gallinazo jardinense -endémicos de Jardín-, se nota incluso en la manera en que nombran sus escenarios verdes: Cascada del Amor, Charco Corazón, Cueva del Esplendor. A esos escenarios los integran otras rutas para dejarse amar por la naturaleza como la de la Cascada La Escalera, el Salto del Ángel y el Santuario de los Guacharos.

Generosidad convertida en tradición, cultura y naturaleza

Una fortaleza de montañas esconde uno de los pueblos más bonitos de Antioquia: Jericó. Protegido como la ciudad bíblica por una muralla, pero en este caso verde y boscosa; una tierra prometida estratégicamente ubicada que puede ver desde lo alto sin siquiera ser encontrada. A esta postal viviente se puede llegar por diferentes rutas, pero en todas se iniciará un largo ascenso rodeado de manadas de vacas, cafetales, flores de todos los colores, casitas como sacadas de una historia de hace dos siglos, aventureros que vuelan por los cielos en parapente y la presencia constante del imponente río Cauca cuyo cauce se divisa desde las alturas.  

Jericó tiene de palestino, lo mismo que de griego. A esta zona también se le conoce como la Atenas del Suroeste, por su desarrollo cultural, arqueológico, político, económico y cívico. Pasó por ser Departamento de la Nación en 1908, tener billete y banco propio y ser el segundo municipio en el país en suministrar luz eléctrica. 

Pero más allá de los hitos administrativos, esta Atenas está inspirada en la libertad, el arte y el conocimiento.  En Jericó hay 6 museos para 12 mil habitantes (entre ellos el museo Casa Natal de Laura Montoya, la única santa colombiana dedicada a trabaja con comunidades indígenas, el Museo de Arte Religioso ubicado bajo la catedral, y el Museo de Antropología y Arte MAJA para la conservación, pedagogía, investigación y exhibición de las diversas manifestaciones de la cultura, el arte y la memoria. Le llaman también: “el ágora de Jericó”, uno de los más importantes del país). En sus tierras han vivido varios poetas, artistas, escritores y estudiosos como Héctor Abad Gómez, Hector Abad Faciolince, Francisco Luis Lema, Manuel Mejía Vallejo, Jesusita Vallejo, José Restrepo Jaramillo, Francisco Hugo Martínez Escobar, Faustina Alzate Garcés, Dolly Mejía, Raúl Correa Ramírez, Oliva Sossa de Jaramillo y Darío Lemos. Tiene una calle de “Los Poetas” y también es sede del Hay Festival, una celebración alrededor de las conversaciones y la palabra, uno de los eventos que sobresale de su diversa agenda cultural y artística en la que hay también espacio para el Festival de la Cometa y la Dulzura, las Fiestas Patronales y la Semana de la Cultura que se realiza una vez al año. 

Los primeros españoles expedicionarios que llegaron hasta aquí decidieron no permanecer, porque les resultó muy difícil adentrarse en su selva y aún así no encontrar oro. Lo que les permitió durante varias épocas a los indígenas Quimbaya y Emberá habitar sin vecinos. De ellos conservamos algunos vestigios en el MAJA. Jericó, entonces, vendría a ser  fundado después en 1845 por Don Santiago Santamaría y Bermúdez de Castro, que decidieron establecerse y colonizar. A su paso, llegaron también muchos judíos acaudalados, que invirtieron por allí y le han regalado a los jericoanos un patrimonio genético que ha marcado su idiosincracia comerciante, andariega, religiosa e intelectual. Esto por ejemplo se menciona en el libro La Oculta, de Hector Abad Faciolince. 

Jericó es uno de los 17 pueblos patrimonio de Antioquia, y al llegar a su plaza principal  uno sabe por qué. En todas las direcciones se extienden construcciones de estilo colonial y republicano, iglesias, parques y casas de todos los colores, sus fachadas tienen ventanas hermosas, puertas y balcones a la usanza de otros tiempos; las adornan los besitos, los novios, los pensamientos, los pescaditos, ceibas enormes y un sinfín de plantas, que despliegan toda la belleza de sus flores, esto gracias a un clima privilegiado, que abarca 3 pisos térmicos y que da para la agricultura (con productos como el cardamomo, el aguacate, la gulupa y el café), la ganadería y hasta un paseo por Las Nubes, como se llama el ecoparque del pueblo, una de las caminatas por bosques de niebla recomendadas para quienes prefieren el contacto con la naturaleza que ha sido bien generosa con Jericó   y Jericó con ella, al haber sido catalogado como Municipio Verde de Colombia, representando su compromiso con el desarrollo sostenible, la conservación ambiental y la reducción los impactos sobre el entorno.  

Conservar el patrimonio material e inmaterial y a los personajes de esta tierra es una de las banderas de Jericó, que tiene oficios que se mantienen hace más de un siglo, como el arte de la guarnielería, es decir el arte de elaborar los carrieles o guarnieles como prefieren llamarlos aquí, debido a que el carriel es una modificación del «carry all» en inglés, y el guarniel es por la máquina guarnecedora con la que se cose el cuero y sus 12 bolsillos… Guarniel o carriel, este producto patrimonio nacional, que cargó durante años los recordatorios de tantas hazañas y aventuras de arrieros que caminaron por esta zona antes que nosotros y que la soñaron hermosa y sorprendente como es hasta hoy, hacen parte de una tradición que se conserva en cabeza de los Agudelo, la familia que confecciona guarnieles hace 4 generaciones.

Y por si fuera poco, hay otro bolsillo para tener donde guardar tantas historias y detalles sorprendentes de este pueblo de vocación literaria, es el bolsillo culinario en el que se guardan las recetas jericoanas que sí que son un poema y andan regadas por todo el pueblo. En Jericó se come rico, especialmente postres. Por todo el municipio hay restaurantes bohemios y cafeterías con más de 35 marcas propias de café registradas, que valen la pena visitar. Sus delicias imperdibles son el Postre Jericoano, compuesto de 7 capas de frutos añejados, la Luisa Jericoana, una galleta deliciosa hecha en horno de leña, y toda la variedad de dulces hechos con cardamomo, otro producto estrella… El plato insignia de Jericó es el lomo jericoano: lomo de cerdo con aguacate, salsa de gulupa y cardamomo, ingredientes que se cultivan y producen allá. 

El paraíso escondido

Lo emocionante de poder entrar al “paraíso” es que no es una meta sencilla, requiere determinación, voluntad y una capacidad que solo tienen algunos: maravillarse con el todo. A Urrao lo nombraron el “paraíso escondido”, escondido no solo porque es uno de los municipios más lejanos del suroeste, también porque muchos años de guerra nos distanciaron de visitar sus hermosos paisajes y recorrer su potencial étnico, cultural y sobre todo: natural. 

Volviendo al asunto del paraíso. Llegar a Urrao se siente como llegar al cielo: nos recibe un paisaje de montañas abrazadas por las nubes y atravesadas por las curvas perfectamente delineadas del río Penderisco al que llaman “La firma de Dios en la tierra” (se ve espectacular desde el Cerro El Pesetas: uno de los cerros más cercanos al casco urbano) … y si el río es la firma, el Páramo del Sol, con 4080 msnm sería el canal de conexión con el edén, porque es la montaña que más cerquita lo puede tener. 

Inmediatamente después de llegar al paraíso y observar el paisaje verde y curvilíneo, la imagen siguiente es la de las cientas palomas del parque principal que son vecinas de la iglesia y de la escultura del Cacique Toné, el gran libertador y rebelde indígena Embera que se enfrentó a la artillería militar de los colonizadores españoles con pura astucia y estrategia. Es uno de los precursores de la libertad de América, desde una concepción ideológica y política que defendía  la vida, la naturaleza y la soberanía. En el municipio hay una semana de junio dedicada a recordarlo y festejarlo… Fueron los emberas de la comunidad del Cacique, quienes nombraron a Urrao como  Xundabé, en su lengua significa: Refugio de palomas. Aún hoy habitan en el territorio 3 resguardos indígenas de los Embera Dobida y Eyabida: Majoré, Andabú y Valle de Perdidas.

Para visitar Urrao hay que liberar tiempo en la agenda y viajar sin premura.  Urrao queda a 131,3 km de Medellín (que pueden ser cruzados en avión) y es el municipio con mayor extensión de Antioquia con 2.556 km2. Casi roza al Chocó y tiene todos los pisos térmicos desde los 100 msnm hasta los 4080 msnm con el Páramo del Sol, uno de los más altos y con más riqueza hídrica a nivel mundial, para visitarlo se necesitan al menos 3 días.  Lo circunda una reserva forestal de 166.000 hectáreas de bosque natural, en donde se encuentran especies de orquídeas únicas y animales como el oso de anteojos,  monos aulladores, marimondas chocoanas, nutrias, guaguas, tigrillos, aves como el colibrí del sol y la mayor variedad de ranas en el mundo. 

A la flora y fauna se le suma la vocación agrícola y tradicionalmente heredada de los habitantes del municipio, los cultivos de granadilla y gulupa, el café Chiroso que es denominación de origen, el aguacate en su versión paleta, jugo y limonada, y el queso dulce y quemado, una receta típicamente urraeña que solo conservan 7 familias. 
Urrao es tierra de expedicionarios: indígenas, sembradores y arrieros que se enfrentaron a una geografía lejana y diversa para poder instalarse en el paraíso escondido donde viven las almas de los que encuentran gozo en la manifestación de la abundancia de la naturaleza.

Tierra de rocas que hablan

En rocas, hace más de 7 mil años, los indígenas Quimbayas y Cartama grabaron el arte con el que entendían el mundo a través de petroglifos ​​que hacen parte de nuestro patrimonio arqueológico. Así mismo, con rocas, hace 500 años, los indígenas Chamíes, construyeron caminos prehispánicos para andar por las montañas descalzos, uno de estos caminos se transita todavía para subir el primer tramo a la cima del singular cono cerro de esta zona: el Cristo Rey. También las rocas, ellas solas, rodaron y se ubicaron una encima de otra, formando cuevas, en las cuevas se metieron ríos y surgieron los organales,  en Támesis está el más grande de todo el país…   A las rocas, en todas estas formas ancestrales se les puede conocer en esta tierra.

Para ubicarnos, Támesis con vista a los Farallones del Citara, está al extremo rocoso de un valle que inhala y exhala. La bruma sube durante el día hasta llegar por encima del Cerro Cristo Rey y baja de nuevo para comenzar el ciclo que enfría y calienta a los tamesinos.  Un respiro de tierra que se oxigena en lo bajo con el río Cartama y se concreta en sus altas cascadas, como La Peinada que se ve desde el parque principal.  Por allí hay varios ríos, cascadas y quebradas cristalinas que descienden por estas rocas y le permiten a esta región abastecerse con sus propias fuentes hídricas y eléctricas. 

En 1858 Rafaela Gómez Trujillo y su esposo Pedro Orozco Ocampo, junto a sus hermanos colonizaron esta zona, a ella le hizo gracia nombrarla San Antonio de Támesis, por el santo de su devoción y por el río que le recordaba sus tiempos en Londrés. Los nuevos pobladores trabajaron esta tierra bendecida con frutos, plantas y flores, cosechando grandes cultivos de cítricos, caña, café y muchísimo cacao; al que le hacen fiesta cada dos años.  Y con todos esos frutos y plantas, las familias tamesinas empezaron a inventar recetas dulces, que se conservan de generación a generación, por ejemplo, las colaciones, palitos de anís, gaucho, bombones de panela, chocolates y confites de café. 

Así como con el agua, la energía y la producción agrícola, los minerales de estos suelos de roca les permiten a los habitantes de Támesis tenerlo todo. Es un municipio sustentable, al que la naturaleza da sin queja, es por eso que el tamesino aprendió que la forma de agradecer y respetar su territorio era uniéndose y defendiendolo. Támesis tiene uno de los movimientos antimineros más fuertes de todo Antioquia, tiene televisión, radio y prensa comunitaria e independiente donde se comparte sin sesgo lo que sucede y permite el acceso a internet, telefonía y medios a la ruralidad. Tiene una Casa de la Salud u hospital con una innovadora filosofía: cuidar de la salud y no del enfermo. Tiene su Casa Cultural que promueve la expresión y el arte, un Museo Arqueológico que conserva la memoria del municipio, trovadores reconocidos nacionalmente por sus trovas que a veces tienen tintes políticos, y un Centro de Emprendimiento Rural de una asociación de campesinos emprendedores que crean productos únicos agroecológicos. 
Támesis  es La Tierra del Siempre Volver porque hay que aventurarse a vivirla varias veces, es un territorio ancestral con grandes riquezas ambientales y una amalgama de juntanzas que le han permitido hasta a las rocas, tener una voz propia.