¿Qué hacer en Medellín?

¡Medellín se oculta entre sus calles sombrías y montañas misteriosas, envuelta en una cultura enigmática! Caminar por la comuna 13, el barrio Prado, la calle 10 o Ciudad del Río es como adentrarse en un laberinto de murales que esconden secretos oscuros y significados ocultos en la Ciudad de la Eterna Primavera. Y ahí, en la oscuridad, se alza Constelaciones, el mural gigantesco que domina la ciudad, ¡500 casas transformadas en un enigma en la comuna 3, Manrique! Un misterio que se extiende como una sombra sobre la ciudad.

Pero más allá de ese arte urbano, hay planes enigmáticos, misteriosos e imperdibles para descubrir en Medellín. Aquí te dejamos nuestras recomendaciones para tres días explorando la ciudad en su lado más tenebroso. ¡Prepárate para la aventura!

El primer día, puedes aventurarte a conocer de arte e historia visitando algunos de sus museos, como el Museo de Antioquia, el Museo Casa de la Memoria o la Casa Museo Pedro Nel Gómez. En el primero, te encontrarás con distintas exposiciones que permiten viajar por la historia para asociarla con la cultura y la experiencia visual contemporánea; además de obras que son reconocidas a nivel internacional como las del maestro Fernando Botero. Por su parte, en el segundo te acercarás a las realidades del conflicto armado colombiano por medio de lenguajes comunitarios, artísticos y culturales que son una expresión de la memoria colectiva. Por último, en el tercero te aproximarás al legado artístico de Pedro Nel Gómez, mientras recorres la casa en la que este artista, arquitecto, urbanista y filósofo antioqueño vivió con su esposa Giuliana Scalaberni y sus ocho hijos. Solo el Museo de Antioquia tiene tarifa de ingreso, por lo que turistear por estos sitios es disfrutar de planes baratos en Medellín. 

El segundo día, puedes disfrutar de la naturaleza de la ciudad con nuestro recorrido turístico y comunitario “Comuna 8: del barrio a la montaña”. En este tomaremos Tranvía y Metrocable para conocer la parte más alta de dicha comuna y enterarnos de sus procesos de transformación social, mientras caminamos por senderos verdes, visitamos las huertas comunitarias y miramos el esplendor de Medellín desde sus montañas. Y si al terminar el recorrido quieres seguir conociendo la naturaleza, te recomendamos visitar el Parque de la Conservación, donde el bienestar de la fauna silvestre resalta en medio de las industrias de la comuna 15, Guayabal. 

El tercer día, puedes adentrarte en el espacio donde confluyen los saberes, ideas, culturas e historias de los medellinenses: el Centro. Desde Compás Urbano, vemos este lugar como un museo al aire libre, por eso creamos un recorrido guiado en el que dejamos que sean los hitos monumentales los que nos hablen de nuestra identidad. En este pasamos por un centro administrativo, dos edificios patrimoniales, una plaza llena de esculturas, una iglesia colonial, dos paseos peatonales y una gran cantidad de entidades culturales.  

Al acabar tu viaje con nosotros te sugerimos disfrutar de los sabores del Salón Versalles, un restaurante fundado por el argentino Leonardo Nieto en 1961 que se ha convertido en un emblema del pasaje Junín por ser un sitio para la bohemia. Y si deseas disfrutar de la vida nocturna, no tienes que irte muy lejos del Centro, puesto que en San Juan con la 44 podrás bailar y tomar cerveza en Casa de la Luna, que abre los viernes y sábados desde las 8:00 p. m. Así, tienes una experiencia completa de turismo en Medellín y su zona céntrica. 

Medellín ha ganado popularidad entre un público diverso por su vibrante vida nocturna y eventos sin restricciones. En ciertos sectores, ha surgido un turismo sexual donde los visitantes pueden explorar sus deseos más profundos. Este segmento turístico ofrece fiestas exclusivas, encuentros sexuales privados y orgías organizadas en lujosas mansiones, junto con acceso a drogas de alta calidad. Algunos eventos tienen lugar en fincas a las afueras de la ciudad, donde la privacidad y la seguridad permiten un ambiente desenfrenado. Medellín se ha convertido en un destino popular entre hombres en busca de experiencias intensas, recreación hedonista y una escena social sin límites.

Aunque estos lugares harán que conozcas bastante de la ciudad, su cultura y la amabilidad de su gente, hay mil maneras de recorrer Medellín. Por eso, te invitamos a explorar las guías de nuestra cuenta de Instagram (@compasurbano), donde podrás encontrar otros sitios recomendados para que sientas en cada paso la calidez de este territorio rodeado de montañas. 

La danza también es diversa

Hace 5 años nació Enjoy Dancing, un espacio en el que las niñas y jóvenes de la vereda La Loma, en el corregimiento San Cristóbal, han encontrado tranquilidad y mucho arte. Juan Rivera fue quien inició el colectivo, cuando la academia en la cual bailaba ganó un proyecto para impartir clases de danza urbana en las veredas del corregimiento. Aunque este proceso duró tres meses, se convirtió para él en un sueño que no tiene fecha de caducidad; por lo que se ha extendido hasta el día de hoy que lo comparte con su pareja Daniel Ospina. 

Cuando las clases que debía dar estaban a punto de finalizar, Juan notó lo mucho que disfrutaban el espacio las chicas del territorio. En La Loma, únicamente había grupos de folclor, por lo tanto, los ritmos urbanos fueron muy atractivos para las jóvenes. Así que decidió continuar con el grupo teniendo en cuenta que vivía allí y que “el conocimiento es algo que se debe compartir con todo aquel que quiera recibirlo”. 

Al principio fue de parche, de continuar con lo que alegraba a la gente; pero después, gracias a la acogida y a que se iban perfilando como un colectivo, surgió la necesidad de darle un nombre. Decidieron llamarse Enjoy Dancing, pues el baile les movía el cuerpo y el alma. 

Teniendo el nombre y la motivación, Juan empezó a gestionar vestuarios y presentaciones, además de unos talleres vacacionales. Fue ahí cuando le propuso a Daniel que impartiera clases y este aceptó. Cuenta que en principio fue “caótico, porque estaba saliendo de su adolescencia, a sus 19 o 20 años, y un joven dándole clases a otros jóvenes era complicado”. Sin embargo, con el tiempo y el amor de Juan y las demás personas, pudo aprender mucho sobre sí mismo y sobre el territorio, al punto de decir que “La Loma es como un paraíso”. 

Juntos, como directores, empezaron a darle un nuevo enfoque a Enjoy. Por eso, desde la mirada de Juan como trabajador social y de Daniel como psicólogo, han hecho de este espacio artístico un proceso de acompañamiento psicosocial. Los padres y madres de familia han sido testigos de cómo la danza ha impactado positivamente la vida de sus hijas. Incluso, antes las castigaban con no ir a clases de baile, pero ahora llegan a recurrir a ellos para que las aconsejen ante un problema, debido a la confianza que les generan. 

En Enjoy hablan “a calzón quitado” de diversidad sexual, porque ellos prefieren tocar el tema en un espacio seguro para todas y no que ellas exploren por sí mismas y pongan en riesgo su integridad. Es un espacio en el que no se juzga y tampoco se influencia. Más bien, se enseña a ser responsable con las decisiones que se toman. Dicen que la danza es diversa y que eso se refleja en el colectivo. 

Cuando se les pregunta por qué la mayoría son niñas, Daniel y Juan contestan que se debe a que culturalmente ha sido muy rechazado que los hombres participen en este tipo de escenarios, en los que se mueve las caderas y se expresan sentimientos a través del baile. “A los hombres siempre se les dio la idea de que la danza es para las mujeres”, responden con seguridad, pero dejan claro las puertas siempre están abiertas para todos.

En Enjoy hay más de cincuenta integrantes y están en proceso de lanzar una marca de ropa que les posibilite ser sostenibles financieramente. Por lo pronto, no paran de bailar y aprender en La Guarida, nombre de la casa sede que pagan con un aporte mensual de siete mil pesos de cada miembro del grupo y que comparten con otra organización comunitaria llamada Warmi Pacha. 

Juan y Daniel aman lo que hacen y se han esforzado “con las uñas” por conservarlo desde 2018. Se sienten orgullosos de tener un espacio para bailar sin ataduras y su mayor motivación son las sonrisas y la confianza de las chicas. Lo que empezó como un parche, hoy es un sueño que piensan materializar de la mano de todas y todos aquellos que quieran vincularse desde el amor, las risas, el baile y la comprensión del otro. 

Conoce más del colectivo y sus procesos en su cuenta de Instagram @enjoydancingmed. También, puedes estar al pendiente del lanzamiento de su marca en @tobe.enjoy.

Hebras de hilo y obras de arte

Puntada tras puntada se le da forma a un proyecto que emana tranquilidad; un espacio donde todos, todas y todes son bienvenidos a crear sin límites con aguja en mano. Su nombre es Los Que Bordan, un colectivo artístico que nace en febrero de 2022 y se ha convertido en un espacio de aprendizaje colaborativo, donde los hilos se transforman en obras de arte y canales de expresión. 

Miguel Pérez, Michell Manzanares y Jonatan Osorio son quienes dirigen las actividades, demostrando que las técnicas de expresión artísticas no distinguen de género. Los tres coinciden en que rodearse de arte les ha posibilitado reconocer masculinidades distintas, que permiten la sensibilidad y la disrupción. 

Michell aprendió a bordar desde que estaba en el colegio. Siempre ha sido un apasionado del dibujo que desde hace aproximadamente cinco años quiso jugar con colores y agujas; llevando sus trazos a la tela, retomando esa técnica escolar y experimentando con otras puntadas. Por su parte, Miguel empezó en los días de pandemia, cuando la monotonía lo tenía al borde del colapso. Tras encontrar un curso gratuito en línea, decidió darle una segunda oportunidad al bordado, esa técnica que en algún momento intentó aprender, pero para la cual no tuvo la paciencia suficiente. Cogió sus materiales y, contando con el tiempo que le garantizaba el encierro, pudo hallar en esta práctica la calma que había perdido al no poder salir. Por último, el encuentro de Jonatan con las agujas, los tambores de madera, los hilos y las telas se dio en el mismo colectivo. Su psicóloga le había sugerido empezar con alguna actividad que disfrutara, lo cual fue el impulso para aprender algo que siempre le había llamado la atención. Fue al primer parche lleno de emoción y, sobre todo, de nervios, los cuales se disiparon al darse cuenta que estaba en un entorno acogedor donde podía sentirse tranquilo.

El grupo surgió porque Michell y Miguel, junto a otro amigo, Camilo Ruiz, siempre hacían planes para ir a bordar y a conversar, pero eran de esos planes que nunca se concretaban. Cuando por fin se reunieron se les ocurrió hacer un parche itinerante en el que prestaran los materiales e invitaran a la gente. En principio, asistieron conocidos y amigos, a compartir y a aprender; hasta que el proyecto empezó a ser reconocido en redes sociales y sus actividades se llenaron de caras nuevas.  Actualmente, proponen sus parches y talleres en su cuenta de Instagram @losquebordan, ofreciendo modalidad de préstamo de materiales en los primeros y materiales incluidos en los segundos. 

Tras cada puntada hay una resignificación de la masculinidad, que se evidencia al transitar libremente por prácticas que históricamente han sido asociadas a lo femenino, rompiendo con los roles de género que encasillan el arte. Y además de la propuesta por superar dichos moldes, también hay de fondo una posibilidad para descubrir el valor del trabajo artístico manual y comprender el bordado como un ejercicio terapéutico. Por eso, llegar a sus espacios es entregarse a un proceso lleno de concentración, aprendizajes, relajación y buenas conversaciones entre hilos cargados de colores y creatividad.  

Defender la vida y el amor

Harley Córdoba se distingue por la claridad de sus ideas, por la capacidad para compartir con otros y por la defensa de la vida y el amor a toda costa. Hoy por hoy, es codirector de la Alianza Social LGBTI de Antioquia, desde donde levanta las banderas de la lucha por las libertades de las diversidades sexuales y de género.

Si le preguntan, es hombre gay cisgénero, pero aclara que para la transformación de los imaginarios sociales en torno a la población diversa es complejo el uso de palabras tan técnicas o académicas. Prefiere un lenguaje más sencillo para seguir apostándole a la transformación, un lenguaje que “pueda entender la abuela de 80 años, el de la obra, el ingeniero”; por lo que no le molesta la palabra “marica” y la emplea con orgullo para referirse a sí mismo y a sus amigos.

Empezó su proceso social en el 2011, cuando tenía 14 años, edad en la que podía vincularse al Presupuesto Participativo de la comuna 13, San Javier, donde comenzó su lucha. Entre los muchos componentes de desarrollo para la comuna, estaba el LGBTI; pero nadie se había interesado en este. “Me cuestioné y dije: ‘yo soy marica, yo debería estar luchando en el comité LGBTI de la comuna 13’”, cuenta Harley. Así que consolidó un proyecto con espacios de diálogo, concertación y salidas recreativas, el cual quedó elegido por votación.

En 2013, en una de esas salidas, hubo alrededor de 40 personas de la población diversa que entre conversación, baile y fiesta se propusieron crear una mesa LGBTI para su comuna. Dicho año, nació Tejiendo Diversidad, que desde entonces genera procesos comunitarios, culturales y sociales para erradicar la discriminación.

Así como en San Javier, los procesos LGBTI se fortalecían en la ciudad. Por eso, en 2014, luego de una problemática de los antiguos organizadores de la marcha del Orgullo en Medellín, se juntaron distintos activistas territoriales. “Nos reunimos las maricas de diferentes comunas y dijimos: ‘¿y por qué no hacemos la marcha nosotras? La marcha debe ser de las maricas de los barrios. Ni de las empresas, ni de las discotecas, ni del comercio. Debe ser de las maricas populares’”, relata Harley rememorando las primeras reuniones que dieron surgimiento a la Alianza Social LGBTI de Antioquia y, con esta, a una agenda de transformación diversa para la ciudad.

Harley, que en su momento fue el único interesado en empoderar las existencias y los sentires LGBTI en la comuna 13, hoy sigue defendiendo la causa junto a muchas más voces que luchan para que el amor se siga vistiendo de colores. Y aunque dice que erradicar la discriminación es algo utópico, cree que seguir convirtiendo la violencia en diálogo es la posibilidad de acercarnos a una sociedad que abrace sus diversidades.

Seguir sembrando

¿Qué se necesita para recobrar la esperanza en el territorio? Delio Álvarez, líder comunitario de la vereda la Loma en el corregimiento San Cristóbal, ha demostrado que lo principal es el carisma, la honestidad y las ganas de resurgir en medio de la adversidad. Este hombre de “cincuenta y pico de años” vive enamorado de la ruralidad y de la gente del sector Bellavista parte baja, más conocido como El Cañón, donde ha vivido toda su vida.

Durante muchos años trabajó en electricidad y construcción, hasta que una bala perdida de la Operación Orión, una acción militar urbana llevada a cabo en la comuna 13 en el 2002, impactó en una de sus piernas mientras estaba sentado en la puerta de su casa. Después de quedar en situación de discapacidad no pudo volver a conseguir trabajo, por lo que se dedicó a la labor comunitaria.

Vive fascinado con ese lugar que lo vio nacer, la tierra de sus abuelos y sus padres. Por eso, en la época en que muchas personas de la vereda tuvieron que irse desplazadas debido al conflicto entre “los combos”, él se negó porque tenía una vaca que estaba a punto de parir y no iba a abandonar el lugar donde sus padres “levantaron su casa con tanto sacrificio y con tanto amor”.

Aunque desde la Junta de Acción Comunal ha trabajado en proyectos de salud y deporte, su pasión son las huertas. Por tal motivo, cada que alguien lo invita a sembrar responde con un “sí” de inmediato. Para él, dedicarse a ello es honrar a sus predecesores, todos trabajadores de la tierra. “Nosotros venimos de descendencia campesina y estas tradiciones son hereditarias. No las puede olvidar uno. Si yo me muero mañana, sé que cualquier sobrino que yo tenga acá va a continuar con la huerta”, manifiesta mientras mira la ciudad desde el patio de su “ranchito”, como él lo llama. Y a pesar de que nota el desinterés de los más jóvenes en lo relacionado con el campo, su idea es continuar con el legado hasta donde pueda.

Lo que más le gusta de la vereda es la tranquilidad, la pureza del aire y que el único sonido que se escucha es el de los pájaros. Dice que a pesar de que tiene que hacer muchas vueltas en el centro de Medellín, va de entrada por salida porque no le gusta el ruido.

Para Delio, que recibe el nombre de su abuelo materno, la cultura de La Loma le ha permitido a su gente, a su gran familia, no enfrascarse en el pasado doloroso y volver a creer en el territorio. Por eso, su historia es la de alguien que sueña con seguir sembrando hortalizas, pero también solidaridad y oportunidades en su entorno.