Jesús Ríos: LA VIDA EN TORNO A UN TORNO

En su discurso, repite con frecuencia la importancia de los 4 elementos: aire, tierra, fuego y agua. “Si faltara uno sólo, el hombre dejaría de existir. El arte de la cerámica necesita de ellos. De la tierra tomamos el barro, con el agua se moldea, el aire debe extraerse en su totalidad amasando el barro en el torno para que, cuando la pieza sea llevada al fuego, no se quiebre”. 

Es Jesús Ríos, “Chucho”, como le gusta que le llamen, uno de los pocos artesanos que conserva la tradición alfarera en Caldas, oficio al que lleva dedicado más de 50 años. Es un hombre de puertas abiertas: afable, conversador, encantador. 

Chucho viene de una familia de artistas, y desde niño sintió el llamado del ritmo. “Yo gozaba mucho cuando mi abuela, la mamá de mi mamá, que vivía con nosotros, compraba cualquier cuadrito, normalmente de un santo, y entonces lo dibujaba, igual que los superhéroes de unos periódicos que traía mi papá, y se los mostraba a toda visita que llegará a la casa”. 

Su papá trabajaba en Locería Colombiana, y Chucho se sumó a la empresa. Su primer cargo fue como barrendero y fue escalando hasta llegar a ayudante de forjador. Siguiendo el consejo de un gran amigo decidió estudiar Artes Plásticas en el Instituto de Bellas Artes, donde aprendió el oficio ceramista y terminó por convertirse en el líder del centro de enseñanza de cerámica de la empresa. Hoy en día sigue siendo docente, pero enseña en su propio taller, espacio que considera el centro de su vida. 

Amigo inseparable de su torno, que también se llama Chucho y lo ha acompañado durante muchos años. “La gente me ve trabajando en el torno, dándole vueltas, dice “cómo se cansará”, pero no, uno no se cansa, se cansa más fácil el espectador que uno”. Lo usa para todo: la preparación del barro hasta su punto óptimo para comenzar a ser modelado, el diseño manual de las piezas, pintar los platos una vez estén secos. Le da vueltas y posa el pincel mojado sobre el plato para humedecerlo un poco, ya con color crea un fondo a medida que el plato sigue girando, y después da rienda suelta a su  creatividad pintando formas y paisajes sobre su lienzo de barro.