En rocas, hace más de 7 mil años, los indígenas Quimbayas y Cartama grabaron el arte con el que entendían el mundo a través de petroglifos que hacen parte de nuestro patrimonio arqueológico. Así mismo, con rocas, hace 500 años, los indígenas Chamíes, construyeron caminos prehispánicos para andar por las montañas descalzos, uno de estos caminos se transita todavía para subir el primer tramo a la cima del singular cono cerro de esta zona: el Cristo Rey. También las rocas, ellas solas, rodaron y se ubicaron una encima de otra, formando cuevas, en las cuevas se metieron ríos y surgieron los organales, en Támesis está el más grande de todo el país… A las rocas, en todas estas formas ancestrales se les puede conocer en esta tierra.
Para ubicarnos, Támesis con vista a los Farallones del Citara, está al extremo rocoso de un valle que inhala y exhala. La bruma sube durante el día hasta llegar por encima del Cerro Cristo Rey y baja de nuevo para comenzar el ciclo que enfría y calienta a los tamesinos. Un respiro de tierra que se oxigena en lo bajo con el río Cartama y se concreta en sus altas cascadas, como La Peinada que se ve desde el parque principal. Por allí hay varios ríos, cascadas y quebradas cristalinas que descienden por estas rocas y le permiten a esta región abastecerse con sus propias fuentes hídricas y eléctricas.
En 1858 Rafaela Gómez Trujillo y su esposo Pedro Orozco Ocampo, junto a sus hermanos colonizaron esta zona, a ella le hizo gracia nombrarla San Antonio de Támesis, por el santo de su devoción y por el río que le recordaba sus tiempos en Londrés. Los nuevos pobladores trabajaron esta tierra bendecida con frutos, plantas y flores, cosechando grandes cultivos de cítricos, caña, café y muchísimo cacao; al que le hacen fiesta cada dos años. Y con todos esos frutos y plantas, las familias tamesinas empezaron a inventar recetas dulces, que se conservan de generación a generación, por ejemplo, las colaciones, palitos de anís, gaucho, bombones de panela, chocolates y confites de café.
Así como con el agua, la energía y la producción agrícola, los minerales de estos suelos de roca les permiten a los habitantes de Támesis tenerlo todo. Es un municipio sustentable, al que la naturaleza da sin queja, es por eso que el tamesino aprendió que la forma de agradecer y respetar su territorio era uniéndose y defendiendolo. Támesis tiene uno de los movimientos antimineros más fuertes de todo Antioquia, tiene televisión, radio y prensa comunitaria e independiente donde se comparte sin sesgo lo que sucede y permite el acceso a internet, telefonía y medios a la ruralidad. Tiene una Casa de la Salud u hospital con una innovadora filosofía: cuidar de la salud y no del enfermo. Tiene su Casa Cultural que promueve la expresión y el arte, un Museo Arqueológico que conserva la memoria del municipio, trovadores reconocidos nacionalmente por sus trovas que a veces tienen tintes políticos, y un Centro de Emprendimiento Rural de una asociación de campesinos emprendedores que crean productos únicos agroecológicos.
Támesis es La Tierra del Siempre Volver porque hay que aventurarse a vivirla varias veces, es un territorio ancestral con grandes riquezas ambientales y una amalgama de juntanzas que le han permitido hasta a las rocas, tener una voz propia.