EL CARMEN DE VIBORAL: POR AMOR AL ARTE

11/23/2024

Autor : Al Compás de Antioquia
Identidad de los municipios

«Han pasado más de 100 años

de esta historia de alfareros,

una herencia que aún narran

hombres viejos y museos».

«La Cosecha», canción del grupo Nybram.

Cada lugar suele tener unos oficios representativos, pero no son muchos los que llevan asociado a su imaginario un quehacer tradicional de forma tan indeleble y simbiótica como El Carmen de Viboral. 

Todo comenzó en el año 1898, cuando don Eliseo Pareja, empresario ceramista del municipio de Caldas llega a tierras carmelitanas para fundar la Locería El Carmen. A partir de este primer emprendimiento fueron surgiendo otros que se convirtieron en modelos para la aparición de más talleres. Entre los años 30 y 50, desde aquí se llevaba loza a lomo de mula y en camiones con destino a todo el país y al extranjero. Las piezas se vendían de pueblo en pueblo, ofrecidas por pregoneros que demostraban públicamente la calidad de la loza y llegando a rincones tan alejados como la Amazonía y La Guajira.

El negocio artesanal entró en declive en la década de los 80 al quedar rezagado por la incursión de empresas mucho más grandes que empezaron a utilizar avances tecnológicos para aumentar la producción y su calidad. Aun así, algunos guardianes de la tradición artesanal decidieron persistir en su custodia y abrieron pequeños talleres que se han mantenido en el tiempo y han perpetuado un saber ya centenario que a día de hoy es seña inseparable de identidad en El Carmen de Viboral. 

A día de hoy, una buena parte del mobiliario urbano carmelitano está permeado de alguna manera por el arte ceramista, y se hace doblemente arte en las siempre bellas letras de uno de sus hijos más célebres, el poeta José Manuel Arango, plasmadas en un par de mosaicos hechos de pequeñas piezas de cerámica en la Calle de la Cerámica. Desde el año 2012, la loza carmelitana cuenta con Denominación de Origen Protegida, y en el 2020 la cerámica decorada a mano fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación por el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural. Esto es, antes que nada, un reconocimiento a los valientes que mantuvieron viva la tradición artesanal. 

Pero El Carmen no es sólo cerámica, aunque la cualidad de delicadeza y sensibilidad que implica este arte ha servido de inspiración para otros.  Es así que el municipio ha ido creciendo, por ejemplo, en su tradición gastronómica, con varios procesos vinculados al cuidadoso oficio de la siembra orgánica y del rescate de los sabores ancestrales. De esta tierra fecunda brota también la música y las artes performáticas, entre cuyos frutos podemos enunciar festivales anuales de rock, música andina y latinoamericana, poesía y filosofía, y una gran vocación teatral que se evidencia en los más de 6 espacios con programación habitual y a través de dos Festivales anuales: Carmentea, celebrado algunas veces en marzo y otras en abril, y El Gesto Noble, nacido en 1993 y celebrado en el mes de julio.

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