“Ciudad madre” y “cuna de la raza” son apelativos elocuentes para un municipio con reconocida importancia histórica y patrimonial. Santa Fé de Antioquia fundada por el Mariscal Jorge Robledo en 1541, fue la capital del departamento hasta el año 1826. No es fortuito que hoy sea uno de los 18 municipios que hacen parte de la Red de Pueblos Patrimonio de Colombia, y que su centro histórico haya sido declarado Bien de Interés Cultural por el Ministerio de Cultura, la belleza de su arquitectura colonial en un espléndido estado de conservación, sus 7 iglesias, el Museo de Arte Religioso y el Museo Juan del Corral, sus hermosas plazas ajardinadas y sus calles adoquinadas dan cuenta de ello. Pero si de hitos patrimoniales se trata, el más importante es sin duda el Puente de Occidente, construido por el ingeniero José Maria Villa, que hermana al municipio con Olaya, vecino al otro lado del río Cauca.
Quizás, es su faceta contemporánea, su transformación más reciente, la que se conoce un poco menos. Hoy en día es posible disfrutar de un gran número de emprendimientos que han convertido elegantes casonas antiguas en hoteles boutique y cafés, bares y restaurantes tan bellos como innovadores que han traído un soplo de aire fresco al municipio.
Sus oficios tradicionales permanecen en el tiempo. El más popular, la filigrana, llegó con la colonización española a Mompox y a este municipio que hoy cuenta con más de 7 talleres, además de la Asociación de Filigrana. Este arte es una técnica orfebre en la que se diseña joyería artesanal rellenando con finísimos hilos de metal formas huecas o figuras previamente elaboradas. A pesar del alto costo del oro, sigue siendo el metal más usado por los artesanos. Esto nos conecta con otro oficio emblemático: el barequeo, la extracción artesanal de oro en el Río Cauca que sirve de insumo a los talleres de filigrana.
Son también famosos sus frutos exóticos, en especial el tamarindo, transformado en preparaciones diversas como la pulpa y los jugos. También encontramos otros frutos como el bienmesabe y el icaco, que pintan de color los árboles del centro histórico, y se utilizan en algunos restaurantes como insumos para la cocina.Los restaurantes y locales de Santa Fé de Antioquia comparten algo en su decoración, paredes llenas de máscaras nos hablan de la celebración más importante: la Fiesta de los Diablitos, realizada la última semana del año. Cuenta la historia que a los esclavos se les daba un solo día de descanso al año, normalmente el 28 de diciembre, en esta fecha se reunían y organizaban un festín patrocinado por su propietario, se disfrazaban como sus amos con largas capas, trajes coloridos y máscaras con hermosos rostros pulidos, luego danzaban, cantaban y recitaban versos. Las fiestas tomaron este nombre de las “diabluras” que les eran permitidas durante las mismas, y la tradición de las máscaras artesanales elaboradas con la expresión del diablito picaresco y juguetón se mantiene a día de hoy en Santa Fé de Antioquia.