Generosidad convertida en tradición, cultura y naturaleza

11/23/2024

Autor : Al Compás de Antioquia
Identidad de los municipios

Una fortaleza de montañas esconde uno de los pueblos más bonitos de Antioquia: Jericó. Protegido como la ciudad bíblica por una muralla, pero en este caso verde y boscosa; una tierra prometida estratégicamente ubicada que puede ver desde lo alto sin siquiera ser encontrada. A esta postal viviente se puede llegar por diferentes rutas, pero en todas se iniciará un largo ascenso rodeado de manadas de vacas, cafetales, flores de todos los colores, casitas como sacadas de una historia de hace dos siglos, aventureros que vuelan por los cielos en parapente y la presencia constante del imponente río Cauca cuyo cauce se divisa desde las alturas.  

Jericó tiene de palestino, lo mismo que de griego. A esta zona también se le conoce como la Atenas del Suroeste, por su desarrollo cultural, arqueológico, político, económico y cívico. Pasó por ser Departamento de la Nación en 1908, tener billete y banco propio y ser el segundo municipio en el país en suministrar luz eléctrica. 

Pero más allá de los hitos administrativos, esta Atenas está inspirada en la libertad, el arte y el conocimiento.  En Jericó hay 6 museos para 12 mil habitantes (entre ellos el museo Casa Natal de Laura Montoya, la única santa colombiana dedicada a trabaja con comunidades indígenas, el Museo de Arte Religioso ubicado bajo la catedral, y el Museo de Antropología y Arte MAJA para la conservación, pedagogía, investigación y exhibición de las diversas manifestaciones de la cultura, el arte y la memoria. Le llaman también: “el ágora de Jericó”, uno de los más importantes del país). En sus tierras han vivido varios poetas, artistas, escritores y estudiosos como Héctor Abad Gómez, Hector Abad Faciolince, Francisco Luis Lema, Manuel Mejía Vallejo, Jesusita Vallejo, José Restrepo Jaramillo, Francisco Hugo Martínez Escobar, Faustina Alzate Garcés, Dolly Mejía, Raúl Correa Ramírez, Oliva Sossa de Jaramillo y Darío Lemos. Tiene una calle de “Los Poetas” y también es sede del Hay Festival, una celebración alrededor de las conversaciones y la palabra, uno de los eventos que sobresale de su diversa agenda cultural y artística en la que hay también espacio para el Festival de la Cometa y la Dulzura, las Fiestas Patronales y la Semana de la Cultura que se realiza una vez al año. 

Los primeros españoles expedicionarios que llegaron hasta aquí decidieron no permanecer, porque les resultó muy difícil adentrarse en su selva y aún así no encontrar oro. Lo que les permitió durante varias épocas a los indígenas Quimbaya y Emberá habitar sin vecinos. De ellos conservamos algunos vestigios en el MAJA. Jericó, entonces, vendría a ser  fundado después en 1845 por Don Santiago Santamaría y Bermúdez de Castro, que decidieron establecerse y colonizar. A su paso, llegaron también muchos judíos acaudalados, que invirtieron por allí y le han regalado a los jericoanos un patrimonio genético que ha marcado su idiosincracia comerciante, andariega, religiosa e intelectual. Esto por ejemplo se menciona en el libro La Oculta, de Hector Abad Faciolince. 

Jericó es uno de los 17 pueblos patrimonio de Antioquia, y al llegar a su plaza principal  uno sabe por qué. En todas las direcciones se extienden construcciones de estilo colonial y republicano, iglesias, parques y casas de todos los colores, sus fachadas tienen ventanas hermosas, puertas y balcones a la usanza de otros tiempos; las adornan los besitos, los novios, los pensamientos, los pescaditos, ceibas enormes y un sinfín de plantas, que despliegan toda la belleza de sus flores, esto gracias a un clima privilegiado, que abarca 3 pisos térmicos y que da para la agricultura (con productos como el cardamomo, el aguacate, la gulupa y el café), la ganadería y hasta un paseo por Las Nubes, como se llama el ecoparque del pueblo, una de las caminatas por bosques de niebla recomendadas para quienes prefieren el contacto con la naturaleza que ha sido bien generosa con Jericó   y Jericó con ella, al haber sido catalogado como Municipio Verde de Colombia, representando su compromiso con el desarrollo sostenible, la conservación ambiental y la reducción los impactos sobre el entorno.  

Conservar el patrimonio material e inmaterial y a los personajes de esta tierra es una de las banderas de Jericó, que tiene oficios que se mantienen hace más de un siglo, como el arte de la guarnielería, es decir el arte de elaborar los carrieles o guarnieles como prefieren llamarlos aquí, debido a que el carriel es una modificación del «carry all» en inglés, y el guarniel es por la máquina guarnecedora con la que se cose el cuero y sus 12 bolsillos… Guarniel o carriel, este producto patrimonio nacional, que cargó durante años los recordatorios de tantas hazañas y aventuras de arrieros que caminaron por esta zona antes que nosotros y que la soñaron hermosa y sorprendente como es hasta hoy, hacen parte de una tradición que se conserva en cabeza de los Agudelo, la familia que confecciona guarnieles hace 4 generaciones.

Y por si fuera poco, hay otro bolsillo para tener donde guardar tantas historias y detalles sorprendentes de este pueblo de vocación literaria, es el bolsillo culinario en el que se guardan las recetas jericoanas que sí que son un poema y andan regadas por todo el pueblo. En Jericó se come rico, especialmente postres. Por todo el municipio hay restaurantes bohemios y cafeterías con más de 35 marcas propias de café registradas, que valen la pena visitar. Sus delicias imperdibles son el Postre Jericoano, compuesto de 7 capas de frutos añejados, la Luisa Jericoana, una galleta deliciosa hecha en horno de leña, y toda la variedad de dulces hechos con cardamomo, otro producto estrella… El plato insignia de Jericó es el lomo jericoano: lomo de cerdo con aguacate, salsa de gulupa y cardamomo, ingredientes que se cultivan y producen allá. 

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