La Ceja tiene un puñado de sellos distintivos. Uno que acompaña desde tiempos inmemoriales es la triada que componen los cerros El Capiro, El Corcovado, y Mirador de Cristo Rey, que han visto desfilar al Cacique Payuco y su tribu, los indios Tahamíes; a la Corona Española, que llegó hacia 1541 en una expedición en la que descubrieron un valle extenso, de cristalinas aguas y verdes praderas que denominaron en principio Valle de Santamaría; también a Doña María Josefa Marulanda, que en 1820 donó las tierras en las que se construirían las primeras edificaciones de La Ceja moderna, razón por la cual es considerada como la fundadora de la localidad. Estos cerros, que como tutelares que son, custodian este municipio, siguen en firme y acompañan la nueva historia de La Ceja, llena de cultivos de flores, producción de lácteos, música y su tradición de andar en dos ruedas.
Se calcula que más de un 60% de sus habitantes utilizan la bici como medio de transporte. Los floricultores, por ejemplo, la usan diariamente y llenan las celdas de parqueo en los cultivos de pompones, crisantemos y hortensias, destronando a carros y motos de ese lugar. En cuanto a los floricultivos, se estima que, de sus cerca de 55 mil habitantes, entre 25 y 30 mil dependen directamente de esta actividad. Los lácteos juegan también un papel importante en la vida económica del municipio, aquí se producen cerca de 70.000 litros de leche diarios.
La Ceja es una tierra que ha visto nacer a personajes ilustres como Juan de Dios Aranzazu, político, catedrático, educador, abogado y periodista, gobernador de la provincia de Antioquia entre 1832 y 1836, y de quien toma su nombre el actual Teatro Municipal; y Gregorio Gutiérrez González, escritor, poeta y político cuya obra más celebrada es «Memoria sobre el Cultivo de Maíz en Antioquia» (1860). Su recuerdo está presente no sólo en la memoria de los habitantes del municipio, sino también en las estatuas ubicadas en la parte baja del Parque Principal, que acompañan a una tercera, la de Simón Bolivar, quien da su nombre a la Plaza.
Tampoco podemos olvidarnos de exaltar su programa de reciclaje y manejo de residuos, reconocido a nivel internacional y del cual sus habitantes se enorgullecen. Gracias a los folletos explicativos y a la capacitación que cada año hace Empresas Públicas de La Ceja (EEPP), todos en el pueblo saben dónde va cada residuo.